Empecé a escribir esta entrada un día de cuarentena en el que me pasé horas reformulando frases en mi cabeza sobre cómo decirle a mi madre que odio mi curro, que estoy dejando de comer carne y que el sueño de ser fotógrafa de comuniones ya no me parece tan descartable…
Bueno, por poner un ejemplo entre tantos.
Nos cuesta. Nos cuesta horrores.
Lo de sacarnos, digo. Expresar todo lo que sentimos tal y como lo sentimos, con el tono y timbre correctos, la frecuencia exacta y a la persona adecuada.
No sólo da miedillo… es jodido hasta para el más experto.
Cada uno crece y comprende el mundo con su propio código y contexto, y eso está bien.
Es el hecho de que, a menudo, no estemos dispuestos a aprender otros “idiomas” lo que dificulta un poco el panorama.
Miedo a lo desconocido, qué vamos a hacer…
Pero volviendo a lo importante:
Los sentimientos por sí mismos son inocuos. Son las palabras y los significados que cada uno le asignamos a las mismas lo que puede hacernos daño.
Todo lo que sientas que no debes o puedes expresar se irá acumulando.
Te irá confundiendo acerca de cómo eres y qué quieres , hasta que un día explotes cuando te sirvan escalope con ensalada en vez de con patatas.
O lo que suele pasar… que te reprimas de manera inconsciente sin tener idea de por qué no consigues sentirte bien.
Y si alguno más como yo se siente un experto reprimidor, con ciertas dificultades en el terreno de la comunicación, aquí van algunos consejos:
1. Escribe y vacía tu mente
La mano escribe a una velocidad tropecientas veces inferior a la que habla nuestra cabeza. Tantos pensamientos inconclusos por minuto nos desborda.
Escribir te aporta tiempo de sobra para ordenarlos y obtener una visión general de todo el asunto. Te ayudará a comprender mejor cómo te sientes y a escoger las palabras adecuadas para expresárselo a los demás cuando estés preparado.
2. “¿Es normal que me sienta así?”
Para. No te hagas eso.
Nadie en la historia escribió nunca la enciclopedia que contenga “Las 12 reglas sobre cómo debemos y no debemos sentirnos”.
Todo cambia. Tú cambias. Tu entorno cambia. Y a menudo no encontrarás mucha comprensión o empatía ahí fuera sobre cómo te sientes y qué necesitas.
Pero no significa que seas defectuoso. Como te decía, las personas utilizamos distintos códigos.
Expresa tus ideas o inquietudes y dale a tu gente el tiempo que tú consideres necesario para comprenderte y adaptarse.
Sé paciente, las cosas necesitan su tiempo para fluir.
3. Que no te entiendan no quiere decir que no quieran hacerlo
Cuando tenía 18 años y me quejaba a mi abuela sobre lo poco que ponderaba Filosofía en la PAU para entrar en el grado en Biología, estoy segura de que no entendía ni una sola palabra de lo que le estaba diciendo.
Pero había otras muchas cosas que no hacía falta que le explicase:
Que tenía ansiedad, estaba agobiada y la necesitaba a mi lado.
Aunque no seamos capaces de comprender al 100% la vorágine de emociones por la que está pasando una persona, la compañía y el apoyo que podamos ofrecer son lenguajes que entendemos todos.
Todos podemos encontrar de una forma u otra información y recursos para resolver nuestros problemas. Pero personitas que te cuiden bien… no se encuentran en yahoo respuestas.
Y como digo siempre para acabar… take it easy.
Expresar de forma totalmente cristalina tal como somos es algo muy complicado que casi roza lo inhumano. Las barreras las creamos simplemente para protegernos, y reservar ciertos aspectos sólo para nosotros mismos también es sano.
Pero bueno, ya sabes que todo es cuestión de tiempo, y cada día que te atreves a expresar algo de lo que antes no te sentías capaz, es otro paso más.
Yo cada día lo intento un poco más, a trompicones y cagándola mucho, claro, pero os aseguro que tarde o temprano me terminaré el café de un trago, miraré a mi madre a los ojos y le diré:
“Mamá… quiero ser power ranger”
Gracias por escribirme :)
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